sábado, noviembre 08, 2008

Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y el Nuevo Orden Financiero Mundial

Días antes a una nueva reunión en Washington en la cual se discutirá el diseño de una arquitectura financiera post-Bretton Woods, me parece pertinente compartir algunas oportunidades que pudieran explorarse en este contexto para financiar la respuesta al cambio climático. Durante los últimos meses se ha incrementado significativamente la presión por establecer vías de diálogo que contribuyan hacia la construcción de una nueva arquitectura del orden financiero en el mundo. En Septiembre, la humanidad fue testigo de un contexto donde los mercados financieros y el sistema bancario internacional vislumbraron índices de sensibilidad extremos. En los primeros días de Octubre el llamado por un nuevo orden financiero mundial se hizo público por parte de los líderes de Francia, Alemania y Gran Bretaña. Inclusive, los representantes de los países del denominado G8 y las Naciones Unidas han empezado a pelear contra el tiempo, el escrutinio público y la agenda política de otros países miembros. Un ejemplo claro de la transcendencia de estos eventos es la reunión a mantenerse en Washington el próximo 15 de Noviembre donde se discutirá el diseño de una arquitectura financiera post-Bretton Woods.

Más allá de las repercusiones que la crisis internacional pudiera tener en la economía de los países en desarrollo o su coyuntura política, el contexto que he descrito muy probablemente constituye la más grande oportunidad a la cual la sociedad mundial ha sido expuesta para influenciar la estructura financiera internacional. Recordemos que posterior a la II Guerra mundial se acordó en Bretton Woods, con mayoritaria influencia de los intereses de los países triunfantes en Normandía, un ordenamiento que regiría el apalancamiento de los procesos de desarrollo a nivel mundial. Este acuerdo no solo constituyó el FMI y se establecieron acciones que llevarían a la creación del Banco Mundial sino que confirmó la hegemonía que ciertos países regirían hasta nuestros días.

Ante la posibilidad de un nuevo ordenamiento financiero mundial, se vuelve imperante recalcar la necesidad de que cualquier tipo de re-ingeniería deberá asegurar de manera incluyente y equitativa y dentro de un marco de humanidad y justicia el derecho de todos los países al tan ansiado desarrollo sostenible. De igual forma, es pertinente enfatizar que tal re-ingeniería debería abogar por encausar futuras inversiones y esfuerzos económicos en paralelo a senderos de un crecimiento sostenible. En el contexto del cambio climático mundial y los grandes retos a largo plazo para responder a su mitigación y sus impactos a los cuales nos enfrentamos, el posible nuevo orden mundial podría contribuir en esta lucha mediante la incorporación de una serie de herramientas financieras que permitan viabilizar una respuesta efectiva. De hecho, la inversión en alternativas que permitan solucionar el cambio climático podría convertirse en una oportunidad económica para aquellos países que se encuentra en una posición de ventaja competitiva para la provisión de servicios de mitigación del calentamiento global, como lo son la mayoría de los países en vías de desarrollo. Entre los servicios para la mitigación del cambio climático que se argumenta podrían también contribuir de manera paralela al desarrollo económico, principalmente en áreas rurales, se encuentran actividades de reforestación y aforestación así como también la evasión y reducción de emisiones mediante el control de la deforestación y la degradación de bosques tropicales.




Existen varios mecanismos financieros que pueden ser utilizados para aprovechar esta oportunidad e influenciar de mayor manera los procesos de desarrollo sostenible. Sin embargo, debemos recordar que la crisis mundial nos expone a limitados recursos lo cual seguramente influenciarán significativamente los flujos disponibles para apalancar el nuevo orden financiero. En este contexto, una alternativa que parece ser sensible al delicado momento financiero mundial es la de los canjes de deuda por naturaleza. Esta figura consiste en que los gobiernos de países tenedores de deuda aceptan condonar el pago de tales montos por parte de los gobiernos de los países deudores bajo la condición de que flujos equivalentes sean invertidos en actividades específicas asociadas a la protección y conservación de los recursos naturales y el ambiente. Por ejemplo, parte del financiamiento que los sistemas de áreas protegidas y parques nacionales demandan se han apalancado de esta forma en varios países de Latinoamérica. En aras de asegurar la sostenibilidad de estos mecanismos varios gobiernos han optado por la conformación de fondos tipo fideicomiso donde se mantienen los fondos originales proveniente de los canjes de deuda pero que permiten la generación de réditos financieros con cierta periodicidad.

Se debe argumentar que la posibilidad de viabilizar canjes de deuda por naturaleza no debe ser considerada como la opción única. Existen varios mecanismos financieros que pueden ser explorados en el contexto de un nuevo orden mundial. Algunos de ellos han estado a la alcance de los gobiernos por algún tiempo y podrían encontrar en nuestros días un clima político perfecto para su aprovechamiento. Además, se necesita desarrollar nuevas opciones con igual o mayor potencialidad financiera. Finalmente, es imperante que en las discusiones en pro del nuevo ordenamiento financiero mundial se incluya discusiones de cómo canalizar nuevos flujos para mejorar vías actuales de financiamiento para actividades de desarrollo económico asociadas al cambio climático. Una herramienta que demanda gran atención debido al bajo rendimiento posterior a su implementación es el Mecanismo de Desarrollo Limpio puesto en marcha con soporte de los países miembros de las Naciones Unidas firmantes del Protocolo de Kyoto. Entre los factores que han contribuido al bajo rendimiento alcanzado por esta herramienta se encuentran los bajos flujos de capitales de inversión canalizados hacia los países en desarrollos en este contexto. Como resultado no han introducido los incentivos suficientes para facilitar la implementación de proyectos de mitigación, producción de energías renovables por ejemplo, y tampoco se ha podido involucrar a sectores productivos rurales que pudieran derivar gran beneficio económico de estas actividades.

La presente discusión no pretende ser exhaustiva de los conceptos o posibilidades elaboradas en los párrafos anteriores. Sin embargo, para concluir cabe mencionar que tanto más cerca estamos de la reunión en Washington en la cual se discutirá el diseño de una arquitectura financiera post-Bretton Woods, es de esperarse que los temas mencionadas alcancen gran importancia en la arena política dentro de una agenda que cuenta con muy limitados recursos pero con crecientes problemas que afectan y afectarán significativamente el buen vivir de poblaciones en todo el mundo.