Las naciones del mundo se reunirán en Río de Janeiro con
motivo de la Conferencia de las Naciones Unidas para Desarrollo Sostenible
(Río+20) con miras a acordar esfuerzos conjuntos que reflejen un compromiso
renovado y que reconozca nuevas visiones. En este contexto, el Buen Vivir se
presenta como propuesta de un paradigma por la vida para un nuevo orden mundial
que se origina de la cosmovisión de los pueblos del sur.
La sociedad del buen vivir es aquella en la que el ser humano
y su diversidad colectiva cultural coexiste en armonía con la Naturaleza y su
diversidad biológica. El paradigma del Buen Vivir reconoce la importancia de la
vida en su conjunto incluyendo todas sus formas, incluso como parte
constitutiva de la garantía de la propia vida de los seres humanos. Al
recuperar el sentido del bien común y la dimensión colectiva de la política y
la sociedad, frente a la perspectiva exclusivamente privada e individualista, se
recobra el sentido ético y moral del vivir-en-común.
En lo económico, el buen vivir demanda generar otras formas
de generación de riqueza para mejorar la calidad de vida y pagar la deuda
histórica de los grupos excluidos. La economía debe integrar inteligente y
responsablemente el uso y manejo de los recursos para transformar el poder,
distribuirlo y caminar hacia la sociedad del buen vivir. Esto demanda una
transición socio-ecológica desde el extractivismo capitalista hacia un marco de
especialización productiva sostenible. El desarrollo sostenible es un proceso
de construcción hacia el buen vivir. El socialismo del buen vivir es el fin,
pero su consecución no puede ser hecha de la noche a la mañana. Si una economía
no mejora las condiciones materiales de producción y reproducción de la vida
social de la población y no permite superar la pobreza o combatir amenazas actuales como el cambio climático, no solo no es viable
políticamente sino tampoco es deseable éticamente.
Finalmente, la transición socio-ecológica hacia el buen vivir
debe iniciar con el reconocimiento de que la Naturaleza es un sujeto de
derechos. La Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza será el
reflejo de un nuevo pacto global que garantice el buen vivir de las presentes y
futuras generaciones. Por tanto, un instrumento de esta índole sentará las
bases para un ordenamiento de patrones de producción y consumo desde economías
dependientes hacia economías que aseguren la erradicación de la pobreza,
equidad y justicia redistributiva que permitan alcanzar el vivir bien, en armonía
con la naturaleza y con nuestros hermanos.